En esta semana he podido vivir el vuelo más largo de toda mi vida, 9 horas y media. No sabía como lo iba a hacer, que hacer para no morirme del aburrimiento.
Todo en general me sorprendió, en el avion la pantalla, la cantidad de asientos... todas las cosas que podíamos hacer... Me quedaban 9 horas por delante.
Durante el vuelo, poco a poco me iban quedando menos cosas que hacer, ya había visto una película, había estado escuchando música, etc. Mi aburrimiento iba aumentando poco a poco, pero el final del vuelo se acercaba.
Al final salimos del avión y pensaba que todo había acabado, pero lo que me sentó como una patada en la espinilla fuero las dos horas de aduana que tuvimos que pasar, eso, sin duda, fue lo peor, horrible. Cuando nos montamos en el autobús y dejé de ver el aeropuerto pensé que no quería volver allí nunca más, todo por la aduana.
Todo en general me sorprendió, en el avion la pantalla, la cantidad de asientos... todas las cosas que podíamos hacer... Me quedaban 9 horas por delante.
Durante el vuelo, poco a poco me iban quedando menos cosas que hacer, ya había visto una película, había estado escuchando música, etc. Mi aburrimiento iba aumentando poco a poco, pero el final del vuelo se acercaba.
Al final salimos del avión y pensaba que todo había acabado, pero lo que me sentó como una patada en la espinilla fuero las dos horas de aduana que tuvimos que pasar, eso, sin duda, fue lo peor, horrible. Cuando nos montamos en el autobús y dejé de ver el aeropuerto pensé que no quería volver allí nunca más, todo por la aduana.
MIGUEL SOUTO
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